FELICITACION DE NAVIDAD 30 diciembre, 2014 – Publicado en: Sin categoría

Queridos y queridas amigas. Este año (y ya es el décimo segundo consecutivo) mis satíricas líneas llegan con retraso y en consecuencia también con retraso llegan mis más calurosos deseos para todos vosotros.
Los Gurtel, los Eres, las preferentes y subordinadas, las cláusulas suelo, el caso Bárcenas, la financiación irregular de los partidos políticos, la corrupción, la crisis, la pérdida irreparable de un gran amigo y mejor Abogado…, todo hace que mi cansada mente no pueda pensar con claridad, y abstraerme de todo ello me implica un esfuerzo supino que repercute negativamente en mi ajada escritura.
Que el mal procura el mal y el bien procura el bien, es una ley que no puede faltar, pero para averiguarla se necesita largo tiempo. Aquí está la razón de la admonición del maestro: nolite judicare.
Este año la ironía se centra en el derecho y en el obrar jurídico.
Nosotros como abogados, debemos tener presente que el objeto del juicio es la calidad, buena o mala de una historia reconstruida (unos hechos históricos a reconstruir por el juez) y para conocer esa calidad se debe ver hasta el fondo. Ahora bien, como nuestros ojos no pueden ver hasta el fondo, el juicio del bien y del mal es el fruto de lo prohibido.
Los hombres, que no tienen el tiempo necesario para juzgar, tienen, sin embargo, necesidad de juzgar. No conozco un aspecto más trágico de la vida.
El Maestro CARNELUTTI en su libro “El arte del derecho” intentando responder a la pregunta sobre qué es “el derecho”, decía que cuando era joven y sus estudios universitarios estaban frescos, a una pregunta semejante habría contestado con una definición muy precisa, pero a lo largo de su vida, sin haber olvidado dicha definición, lo que se había debilitado era su fe en el objeto de la definición.
Por otro lado, como todos bien conocéis, la materia jurídica es un tejido de reglas. Pero las reglas son relaciones, no fenómenos. Las reglas se inducen o se deducen pero no se perciben. Para llegar a ellas es menester la inteligencia como razón o como intuición, pero no bastan los sentidos.
El estudioso del derecho opera con el análisis, descomponiendo objetos y por consiguiente las imágenes en sus variadas cualidades, pero dicha descomposición no daría ningún resultado si no fuese seguida de la recomposición.
Luego de ello y de reconstruir una realidad utilizamos como Letrados la palabra.
La palabra expresa con eficacia la idea a través del llamamiento a la actividad creadora del jurista (creación intelectual). La mente del hombre, como el útero materno recibe (concibe) ese germen exterior y lo elabora. Lo que ha recibido es la imagen de un objeto o bien una cantidad de imágenes de las cuales extrae, mediante su descomposición la cualidad con la cual o con algunas de las cuales recompone el concepto.
Algunos pensarán que me he fumado un porrito. Pero para comprender esta labor de análisis y de síntesis os pongo como ejemplo el montaje de una película cinematográfica: el montador escoge de entre la masa de fotogramas que el operador le ha proporcionado, los más adecuados y los recompone en una unidad. Los elementos que resultan de la descomposición, y sirven para la recomposición son imágenes, mientras que en nuestro caso, lo que descomponemos y recomponemos después de su análisis son hechos.
Nuestras universidades en la enseñanza del derecho lamentablemente han descuidado y descuidan despertar la imaginación de los futuros Letrados (no voy a entrar en criticar la pérdida del estudio de los clásicos).
Por ello y porque la jurisprudencia la crea el Abogado pero la escribe el juez (que es el que se cuelga la medalla), debemos ser imaginativos y disfrutar con el derecho. Descomponemos y analizamos hechos y reconstruimos historias todos los días de nuestra hermosa y querida profesión y ahora más que nunca debemos estar dispuestos a utilizar esa imaginación porque la diarrea legislativa, la aplicación muchas veces injusta o éticamente reprobable de la ley (léase desahucios, preferentes, ejecuciones hipotecarias de los más débiles, etc), la corrupción intelectual de unos pocos que nos afectan a muchos, debilitan a nuestra sociedad.
No voy a cansaros más los ojos. Sólo desearos una feliz navidad (ya pasadas) y un próspero año 2015. Y a mi querido amigo Javier Carrasco que desde arriba estará leyendo este mail con su Ipad, que sepas que siempre te llevaremos en nuestros corazones.
Sed buenos.

Sergio Amadeo Gadea

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