FELIZ NAVIDAD 28 diciembre, 2019 – Publicado en: Varios

Como todos los años y esto esta convirtiéndose en una tradición, mi gran amigo Sergio Amadeo, me  envía su felicitación navideña, este año con razón de mas la tengo que hacer mia,  y la comparto con todos , espero que la disfrutéis.

 

Feliz Navidad

 

Buenos días queridos y entrañables amigos y amigas:

Como todos los años, no podía faltar poder dirigirme a vosotros para desearos unas felices fiestas. Esto se ha convertido en tradición o (mala) costumbre por mi parte y por parte de algunos acólitos incondicionales que me piden os fustigue con interminables renglones metafísicos y os aburra con los clásicos del derecho. Este año también incorporo como en años anteriores, a nuevos amigos a esta felicitación navideña, para que se aburran y me metan en “correo no deseado”. Si os digo la verdad, este año no pensaba escribir este mail. Iba a pasar de todos vosotros, no porque no me acuerde de mis seres queridos, sino porque simplemente no tenía tiempo para escribir. Me ha disuadido de esta conducta reprobable mi querido amigo y editor Miguel Escoda. Por tanto es a él a quien tendréis que echarle la culpa, toda la culpa, de semejante e interminable correo electrónico.
Este ha sido otro año convulso, la independència de Catalunya ens pica cada día, ens avorreix, i ens cansa (para los que no sepáis catalán coger el google traslator). La política y la economía está como está (que os voy a contar que no sepáis), pero lo que más me ha sorprendido y entristecido este año no es el llaç groc, sino la situación actual de nuestros tribunales y la soberbia desmedida de algunos de nuestros ilustres magistrados. Por ello, dedicaré esta salutación a mis queridos jueces. No es un reproche. Esta postal navideña no tiene renos ni arbolitos, pero está diseñada para que nos riamos un rato de nosotros mismos, con un poco de ironía fina, y así lo llevo haciendo ya 14 o 15 años y no va a cambiar.
Este año que pronto dejaremos atrás me ha enseñado que sólo sé que no sé nada, sobre todo en materia de prueba y en las relaciones entre jueces y abogados. Lo que he aprendido en la facultad de derecho es ciencia ficción y ejercer la abogacía en algunos de nuestros tribunales es como pelearse con Alien o con el predator de la película de Arnold Swarzeneger. Atinar a saber el resultado de una sentencia o el devenir de un proceso no es cuestión que ataña a un abogado, sino a un ilusionista o a un tarotista como Aramis Fuster o Rappel.
El Tratado de la prueba en materia criminal de MITTERMAIER, apareció en Alemania en 1834 bajo el título “Die Lehre vom Beweise” y sin duda es uno de los clásicos del derecho de la prueba en materia criminal. En todos los pueblos, aun en los menos civilizados, existen nociones acerca de la prueba y sobre los medios dados al acusador o al acusado para convencer al juez de la verdad de sus dichos. En la antigüedad, la prueba se basaba en consideraciones morales o religiosas, o las instituciones políticas influían directamente en el sistema de la prueba. Se daba fe a los conjuradores o confianza a las ordalías (juicios de Dios), siendo la creencia arraigada de que la voz de Dios descubre la verdad y ayuda a la buena causa. O cualquiera que estudie las disposiciones de la ley romana en materia criminal en época del imperio decía el jurista Alemán, puede ver que era el pueblo quien fallaba reunido en comicios por centurias o por tribus. No había una apreciación de la prueba. De aquella no estaban separados los puntos de hecho y de derecho. Los Judices de las Quaestiones perpetuae eran jueces populares que seguían su sola convicción y al no tener que dar cuentas a nadie, podían, en definitiva, ser influidos, lo que fue paulatinamente cambiando cuando los Emperadores trazaban sus constituciones con algunas reglas de prueba, lo que pudo refrendarse con el códice probationibus donde la práctica judicial había formulado ciertas ideas tocantes a los medios de prueba que debían suministrarse en el proceso antes de que ésta pudiese tenerse por perfecta. Me imagino que esto último a algunos de mis amigos que me leen y que han estado peleándose en la Audiencia Nacional saben a qué me refiero.
Quevedo, Molière, Dickens: ellos supieron ver los aspectos ridículos de sus profesiones. Pero ni el poeta castellano, ni el comediógrafo francés, ni el novelista inglés, pusieron en su crítica irónica, la gota de ternura humana que desplegó en su libro “El elogio de los Jueces”, Piero Calamandrei, quien en esta obra, en forma de poesía, el maestro italiano nos transmite la verdad (de su época) y los consejos útiles para abogados y jueces y nos indica la condición humana de los magistrados, consejos que son de actualidad en pleno siglo XXI.
Este clásico del derecho que mucho me gusta citar en forma de plagio en mis salutaciones anuales, debe ser leído y releído con fruición y espero que hayais tenido en todos estos años, la curiosidad de leerlo. Os lo recomiendo.
En dicha obra el jurista florentino recomendaba a los abogados que si estás defendiendo una causa importante en la que de su resolución depende la vida de un hombre o la felicidad de una familia y estás convencido de que tu cliente tiene razón, sabes que deberías vencer si existiese justicia, pero lamentablemente las sentencias consiguen ser justas un cincuenta por ciento de los casos y con esto parece dar a entender que todos los pueblos civilizados se han cuidado de perfeccionar el ritualismo judicial, pero a éste se lo lleva el viento y por ello, no os ilusionéis con la esperanza de que nuestra pobre lógica de criaturas imperfectas consiga jamás encontrar justicia, seguir el ejemplo del buen juez de Rabelais, que para ser imparcial decidía los pleitos con los dados.
El juez tiene, como el mago de la fábula, el sobrehumano poder de producir en el mundo del derecho las más monstruosas metamorfosis, y de dar a las sombras apariencias eternas de verdades y porque, dentro de su mundo, sentencia y verdad deben en definitiva coincidir, puede, si la sentencia no se adapta a la verdad, reducir la verdad a la medida de su sentencia.
El juez es el derecho hecho hombre y de éste debemos esperar en la práctica la tutela que en abstracto nos promete la ley decía CALAMANDREI, pero… ¿realmente esto es así?. No es difícil adivinar la respuesta…. a ver…. voy a tirar los dados…..
Esto obviamente presenta un problema, problema que se solventa con el cobro de unos jugosos honorarios y un trabajo jurídico de muchas horas, taquicardias, mal sueño, preocupaciones un sábado al mediodía y en fin, con mucha paciencia.
Pero hay más problemas, las relaciones entre jueces y abogados y también las salas de audiencia. Empezando por el primero, no veo a corto plazo una solución porque no obstante la evidente importancia que los profesionales del derecho prestamos a los justiciables y al propio Estado, nuestra profesión no está rodeada de excesiva simpatía entre los jueces. En una salutación navideña de hace algunos años ya me refería a este problema porque debemos tener en cuenta que los jueces ven en el abogado el genio maléfico del mundo judicial. La sátira –y cito textualmente a CALAMANDREI en su libro Demasiados Abogados-, ve en el abogado el artífice de sofismas, el burlador de jueces, la sanguijuela de los clientes, encarnando el pobre togado todas las cualidades antitéticas de la honradez, de la sinceridad. Algunos –no todos- jueces tienen temor, nos ven como personas que les vamos a engañar (esto espero no lo estudien en la escuela judicial), pero se olvidan de la nobleza de la abogacía y de su importancia y por olvidarse precisamente de esto, se olvidan de mostrar respeto.
El segundo problema son las salas de Audiencia donde residen y nos escuchan los jueces. Señalaba CALAMANDREI en su libro El Elogio de los Jueces, que se decía que el auditorio hace al orador, pero él entiende que al orador lo hace la arquitectura. Para la justicia deberían los arquitectos estudiar un tipo de salas luminosas y sedantes, decorosas pero no decoradas, en que la distancia entre la mesa de los abogados y el estrado de los jueces no pasara de dos metros y la luz viniera de arriba, siempre con la misma intensidad, sentados jueces y abogados al mismo nivel porque así el resultado sería una oratoria honesta, concisa y simple como el edificio. Así están ahora la mayoría de las salas, salvo las de Casación y las del sótano mazmorra de la Audiencia Nacional a las que sólo les falta los grilletes colgados de la pared y algún esqueleto decorativo.
Las Salas deben estar hechas a propósito para oir bien y el mayor cuidado del arquitecto debe ser cuidar precisamente eso, porque las salas de justicia o auditórium se llaman precisamente audiencia. Audiencia es un lugar hecho para que los jueces puedan oir lo que los abogados dicen, pero si vemos la arquitectura tradicional podemos sospechar que se hayan construido para permitir más bien a los jueces que adopten con dignidad la actitud severa de quien aparenta escuchar sin molestarse en oir.
En estas Salas de arquitectura imponente pero inútil tendrá lugar próximamente el juicio al pròces. Déu ens agafi confessats o como se diría vulgarmente, agafa´t els mascles (agárrate los machos) que les pinten marrons (que las pintan pardas).
Gracias a la labor de los abogados, cláusulas suelo, preferentes, subordinadas, bonos de fidelización, plusvalías y un largo etc., han caído, como Roma y el juicio al procès hará que arda Roma y por tanto tened paciencia que tenemos culebrón para muchos años. Es VOX póluli que partidos ultras u otros populistas ganan terreno gracias al cansancio y desazón de parte de la sociedad, la AEAT no ha podido (o mejor dicho no le han dejado) que pueda obtener los datos fiscales de todos los abogados desde el año 2014 (para que los querrían?), pese a que el CGPJ (órgano de los jueces) les bendijo la petición; la caja de las pensiones están hechas unos zorros y como esto siga así los jubilados futuros vamos a tener que pedir limosna; nos gobierna un presidente que no ha sido elegido en las urnas (pero esto es democrático no vayáis a creer que no), se legisla según qué telediario se vea al mediodía o qué periódico compren los diputados, en fin……. Que os voy a contar que no sepáis. Pero somos Abogados, somos Autónomos y por tanto somos unos supervivientes que como las cucarachas podríamos soportar una bomba nuclear. Bueno el símil con las cucarachas no es el más afortunado, pero es el bichito que aguantaría una bomba nuclear, no vayáis a pensar que me refería a otra cosa.
Como siempre: sed buenos, amad al prójimo pero sin poner la otra mejilla cuando os dan una ostia (no es recomendable), comed y bebed con (poca) moderación, cuidad el colesterol y los triglicéridos, pero sobre todo cuidad a vuestros amigos y familia que es lo más importante que tenemos y sabed apreciar las cosas importantes de la vida porque es lo que os hará saber discernir entre lo que verdaderamente importa y lo que no.
Una vez más debo remitir este correo mediante ocultación para que no salgan las direcciones de todos vosotros por este aburrido tema de la protección de datos y para evitar la tentación de que la Agencia de Protección de Datos me sancione porque algún bichito resistente a la bomba nuclear me denuncie al mostrar todas las direcciones de destino.

FELIZ NAVIDAD AMIGOS MIOS Y UN PROSPERO AÑO 2019.

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